Cuando una planta enferma o tiene carencias de agua o nutrientes presenta síntomas que semejan a los de los animales. Por ejemplo, la falta de agua pone a la planta en una situación de "estrés hídrico": sin suficiente agua la planta reduce su transpiración y sube su temperatura. Aunque, a diferencia de los animales, esta "fiebre" no es una defensa ante el ataque de un virus, sino un mecanismo para evitar deshidratarse.
Los médicos de las plantas, los fitopatólogos, tienen que estar muy atentos a estos indicios para saber cuándo algo va mal. Algunas reacciones de las plantas son visibles al ojo humano (cuando lo que falta son nutrientes amarillean las hojas porque se degradan los pigmentos responsables de absorber la luz del sol, por ejemplo), pero para detectar otras hay que analizar emisiones que el ojo humano no puede ver. Así, las fluorescencias rojas de una planta indican que no puede realizar la fotosíntesis. Las verdes o azules alertan del posible ataque de un virus.
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